Estoy a punto de emprender un viaje, con rumbo hacia lo desconocido.
No sé si algún día vuelva a verte, no es fácil aceptar haber perdido.
Por más que suplique, no me abandones. Dijiste no soy yo, el destino.
Y entonces entendí que aunque te amaba, tenía que elegir otro camino.
De qué me sirve la vida, si eres lo que yo pido.
Los recuerdos no me alcanzan pero me mantienen vivo.
De qué me sirve la vida, si no la vivo contigo.
De qué me sirve la esperanza si es lo último que muere, y sin tí ya la he perdido.
Escucha bien, amor, lo que te digo; pues, creo, no habrá otra ocasión, para decirte que no me arrepiento de haberte entregado el corazón.
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